junio 2018

Hay historias que se quedan grabadas en la mente. Algunas producen escalofríos. Otras resuenan en el tiempo y pasan de labios viejos a labios recién estrenados. Hay historias que no deberían contarse, y otras que indigna que no se cuenten más. Las hay pequeñas, las hay eternas, las hay dulces o agrias como el limón. […]

Siempre quieres que un punto de tu cuerpo roce el mío. Que el calor que desprendemos ambos conecte. En la noche, en cualquier vuelta, noto tu piel en contacto. Apenas un pequeño roce, simplemente saber que estamos ahí. Ya me he acostumbrado a que un minúsculo dedo roce mi cara, mi brazo, mi cadera. Y

Laura no está. Laura se fue. Laura comienza una nueva vida en otra ciudad. Ha sido rinconera muchos años, de carnet y de las que lo disfrutan. Nos ha echado una mano en el microvoluntariado, y siempre tenía una sonrisa cuando venía a recoger la cesta de verduras o la mermelada con estevia. Laura antes

Eran nueve, había contado bien. Casi todos los dedos de una mano. Sorprendida, miró en los papeles (que tan bien nos devuelven el recuerdo, al repasar sus letras) y leyó, en un acta de 2007:   «Propuestas de actividades para 2007: creación de un «espacio lento»: El objetivo de este proyecto se concretaría en la

Tengo una amiga que defiende el 20% de incoherencia en nuestra personalidad. Vamos, que somos los más fieles a nosotros mismos al 80%, en pensamiento, obra, palabra y consejo. Pero ¡ay, amigos! en el 20%, en el 20% somos el lado oscuro. Ese lado oscuro que envidia, que hiere, que duda, que busca, que se